lunes, 30 de septiembre de 2013

El reencuentro y el perdón.

Todo volvía a la normalidad. Robert y Lucy comenzaron a acercarse nuevamente de a poco. Ella le grabó un CD con las canciones que más le gustaban a Robert. Se lo regaló para Navidad. Todos para aquella fecha se juntaron y se intercambiaron obsequios. Había sido una noche agradable.
Para Año Nuevo, se juntaron nuevamente, e intercambiaron abrazos y felicidades. Recorrieron Penny Lane, y gritaban "Feliz Año Nuevo" a todos los vientos, luego se fueron al Greenbank Park. Trataron de pasarse como pudieron, y luego se posaron cerca del lago.
-Vamos, Lucy, deberías probar esto.-Dijo Robert sacando una bolsa llena de una sustancia, que luego la envolvería en un papelillo blanco para encenderlo y fumarlo.
Luego de darle una probada, se lo pasa a Lucy. Pru miraba con preocupación mientras ella lo recibía, hasta que finalmente, Lucy lo introduce a su boca.

--------------------------------------------------------------------------------------------------------

Narra Robert.

Era Enero del 2022, y hasta ahora no he sabido nada de Lucy. Debo decir que la extraño mucho, y he decidido ir a verla. El problema es que no tengo su número de teléfono, ni sé donde vive, así que busqué a Pru en las guías telefónicas, ahí la encontré. Llamé para tener un poco más de información sobre Lucy, pero nadie atendió. Decidí ir a buscarla en la cuidad.
Toqué varias veces la puerta de la casa de su madre, tardó varios minutos, hasta que una anciana abrió. Me hizo pasar, y me dijo en donde la podía encontrar y cosas por el estilo, así que subí a mi auto nuevamente y fui directo al lugar.
Llegué a un departamento. Subí varias escaleras, hasta que encontré mi destino. Se oía música en el interior, toqué la puerta lo más fuerte que pude. Dos minutos más tarde me abre una joven; Pru.
-¿Qué haces aquí?-Me preguntó ella algo molesta.
-¿No puedo venir a visitarte?-En eso sentí un fuerte olor a cigarrillos.
-¡Qué haces aquí!-Exclamó, en eso se asoma por detrás un chico muy alto. Me costó mucho reconocer a Stu, había pasado mucho tiempo.
-¿Qué sucede?-Me mira-¿Robert?
-Hola, Stu.
-Stuart.-Dijo él, algo molesto también.
-¿Por qué no respondes a mi pregunta, Robert?-Preguntó Pru.
-Lo siento, quería hablar contigo.-Dije finalmente.
Me tardé mucho en convencer, digamos, a ambos. Hasta que finalmente ellos dejaron que pasara a su departamento y me sentara, ellos también lo hicieron.
-¿Qué sucede?-Preguntó Stu.
-Lo que pasa es que, quisiera saber en donde vive Lucy.-Respondí.
-¿Para qué?, ¿Para que la sigas metiendo en el mundo de las drogas?-Preguntó Pru, molesta.
-¿Qué?-Pregunté confundido.
-Todo es tu culpa, Robert.-Dijo Stu.
-Miren, sé que todo es mi culpa. Sólo la quiero ver para disculparme por lo sucedido, o por lo menos...-Suspiré-Sólo quiero verla.
-Eres un verdadero bastardo, y un imbécil.-Dijo Pru mientras se ponía de pie y se iba de aquella sala. Seguramente se fue a su habitación. Cerró una puerta fuertemente, demostrando su furia.
-Robert, si quieres ayuda, esto te puede servir-Stu me entrega un pequeño pedazo de papel-Sólo no hagas una estupidez más, ¿Si?-Se pone de pie-Cierra la puerta cuando salgas.-Se va, seguramente para ver a Pru.
Conduje lo más rápido que pude para llegar antes de que se oscurezca al lugar que decía el trozo de papel, hasta que llegué a otro departamento, pero este estaba bastante feo. Subí varias escaleras más, hasta que llegué a mi destino. Golpeé la puerta. A los diez minutos alguien abre, una chica bien joven, la cual vestía con una camiseta corta, una chaqueta de cuero y unos pantalones rotos. Tenía el cabello alborotado, y su maquillaje estaba corrido.
-¿Tú eres el próximo?-Preguntó ella sonriendo.
-¿Vive aquí alguna Lucy? ¿Lucy Starkey?
Ella me miró varios minutos, dentro de ellos, ella pasó de tener una sonrisa en la cara, a tener una cara de tristeza o algo así.
-Aquí no vive ninguna Lucy Starkey.-Responde ella.
-¿Quién eres?-Pregunté por curiosidad.
-Ramona Starkey.-Dijo ella, mirándome con sus ojos llenos de furia y tristeza-¿Qué quieres?
-Sólo quiero encontrar a Lucy Starkey, ¿No eres la hermana?-Pregunté con la curiosidad anterior-Tienes el mismo apellido...-Me interrumpió.
-Deja de buscarla, Lucy Starkey está muerta.-Trata de cerrar la puerta de la misma manera en que cerró Pru la de su habitación, pero pude evitar que eso pasara.
-Espera, es que me dieron esta dirección, y...-Me interrumpe nuevamente.
-¡No estás contento!-Dijo, y luego de eso, comenzaron a llenarse sus ojos de lágrimas.
-¿De qué hablas? ¿La conoces?-Pregunté con curiosidad.
-¡Me arruinaste la vida, Robert!-Ella se da media vuelta agarrándose la cabeza, comenzó a caminar y se sentó en un sofá. En eso aproveché de entrar, y cerré la puerta.
-¿Lucy?-Pregunté. Ella me mira y comenzó a llorar fuertemente.
-Ya no soy Lucy, soy Ramona Starkey, ya te lo dije.-Me respondió entre sollozos. En eso me acerqué y ella se puso de pie.
-Lo siento, Lucy.-Intenté abrazarla, pero ella me evita.
-¿Lo sientes?-Preguntó ella, mientras las lágrimas caían y caían-¿Sabes que significa que no te acepten en ningún trabajo porque eres drogadicta y no terminaste tus estudios? ¿Sabes que significa acostarte con hombres que te tratan como basura, pero lo haces sólo para ganarte la vida de alguna forma? ¿Tienes idea de cuantas veces se aprovecharon de mi, Robert?-Ella empezó a llorar más y más fuerte mientras decía todo eso, lo cual me hirió mucho más a mi.
Me había dado cuenta de que le había hecho un mal en su vida. Jamás tuve que darle a probar la marihuana, se había hecho adicta, luego de eso pasó a probar otras sustancias. No pudo parar nunca más.
-¿Sabes que significa ya no ver a tu familia ni a tus amigos nunca más? ¡Sabes que significa eso!-Comienza a golpearme el pecho, en eso la abracé fuertemente.
Pasamos varios minutos así, ella lloraba y lloraba. No podía parar. De repente me doy cuenta de que mientras la abrazaba, unas cuantas gotas salían de mis ojos, llegaban a mis brazos. Estaba llorando yo también, me sentía muy mal. Jamás en mi vida había llorado. Nunca.
-Lo siento, Lucy, lo siento mucho. Perdóname.-Dije entre sollozos.
-Extraño a Prudence, a Pete, a Stu...a todos.-En eso me abraza fuertemente. Ni yo supe porqué.
-¿Hace cuanto de que no los ves?
-Hace más de seis años, creo.-Me contestó.
-Perdóname, Lucy.-La apreté aún más.
-No puedo hacerlo, Robert.-Respondió tristemente.
-Por favor.-Le supliqué. Luego le tomé la cara, y la miré a los ojos-Estoy muy arrepentido. Lo siento de verdad, Lucy. ¡Lo siento!-Luego se me soltaron dos lágrimas más. Ella las secó.
-Me cagaste la vida, Robert. Lo siento.-Ella me quitó las manos de su cara, provocando que nos alejáramos.
Ella se sentó nuevamente en el sofá, se cubrió la cara con ambas manos y apoyó los codos en sus rodillas. Me senté a su lado y le acaricié la espalda, luego llegué a su hombro. Ella hizo un movimiento con este, para que yo dejara de hacerlo. Y le obedecí.
Me puse de pie y agarré una caja que estaba tirada ahí cerca. Tomé unas cuantas prendas de su ropa más decente. Por alguna razón estaba fascinado con su ropa interior. Todo eso lo metí en la caja. Tomé lo justo y necesario para que se fuera conmigo. Me di media vuelta y vi que me estaba mirando extrañada.
-¿Qué haces?-Me preguntó.
-Te saco de este agujero.-Me acerqué a ella, la tomé de la mano y la puse de pie. Comenzamos a caminar hasta la salida.
-Espera-Nos detuvimos-¿Qué?
Le apreté aún más fuerte la mano-Si yo te metí en esto, yo te voy a sacar.-Ella no dijo palabra alguna.
Salimos de aquel asqueroso lugar. Me subí al auto y tiré la caja a los asientos de atrás, luego me bajé y abrí la puerta del copiloto y llamé a Lucy. Esta vino tímidamente a mi lado, y luego la ayudé a subir. Cerré la puerta, me subí al auto y nos fuimos directo a mi casa. Llegamos, y entramos.
-¿Qué hacemos acá?-Preguntó ella con curiosidad.
-Iremos a darnos una ducha.-Le respondí.
-¿Qué?-Preguntó extrañada.
-Iremos a darnos una ducha, nos sacaremos ese maquillaje que tienes e iremos de compras.
-¿Qué?-Preguntó aún más extrañada.
-¡Ve a ducharte!-Le ordené.
Le mostré el baño, y ella se duchó. Mientras lo hacía, busqué crema y algo de algodón para sacarle el maquillaje. Me costó mucho encontrar las cosas de todas mis ex, pero al fin y al cabo encontré lo que quería. Le dejé lista la ropa y la esperé en el primer piso.
Al final Lucy bajó con su cara limpia y sin maquillaje, su cara le había cambiado completamente.
-¿Nos vamos?-Pregunté.
-De acuerdo.-Me respondió.
Salimos de casa y nos subimos al auto. La mitad del camino había sido callado, decidí poner algo de música solo para que hubiera algo de ruido.
-Por ahí hay algunos discos para escuchar. Búscalos.-Le ordené.
Ella obedeció. De repente la miro, y ella estaba con un CD en la mano, mientras que con la otra se cubría la boca. Luego ella me miró, aún con su boca cubierta.
-¿Aún lo tienes?-Me mostró el CD que tenía ella, y era el que me había dado para la Navidad.
Entonces, luego de que yo asintiera, ella sonrió y lo puso. Primero era la canción Asleep de The Smiths. Mientras esta sonaba, ella miraba hacia la ventana, y yo conducía, a ratos la miraba. Como a mitad de canción, ella repentinamente la cambió. La miré, y ella se pasaba ambas manos por los ojos, varias veces, mientras miraba hacia la ventana. Ella jamás me miró.
Comenzó a sonar la canción To Ramona de Bob Dylan. Mientras sonaba, nos agarró el transito. La quedé mirando y ella me miró. No sabía lo que hacía, lentamente me acercaba a ella. No podía parar de hacerlo. Era como si ella fuera un imán. Ella no se movía, estaba completamente inmóvil. Llegué a un punto de querer estar tan cerca de ella, que la tomé de la cintura y la acerqué mucho más a mi. Y ahí seguía la canción, aún sonando. Mi corazón latía fuerte y rápido, a mil por hora. Tomé su mano izquierda y la puse en mi pecho, para que lo sintiera. Ella no paraba de mirarme a los ojos, se notaba que ella también estaba nerviosa. Estábamos tan cerca, que cada uno podía ver todas las imperfecciones del otro. Entonces, acerqué mi cara a la suya, la tomé, la miré un segundo más a los ojos y mis labios tocaron los suyos. Ella aún tenía su mano en mi pecho, ella la subió hasta mi cuello, y me siguió el juego. Ella estaba algo apresurada. Me detuve y la miré, ella lloraba.
-¿Qué sucede?-Le pregunté, mientras aún tenía mis manos en su cara, y las suyas estaban en mi cuello.
-No es nada-Ella miró para otro lado, se secó una lágrima y volvió a la misma posición en que estaba anteriormente-Es sólo que esa canción me da un poco de pena.-Luego rió. Traté de ponerme serio, y seguí con lo que quería terminar. Rocé mis labios nuevamente con los de ella, y luego, todo comenzó a subir de intensidad, al igual que la temperatura. Y no sabía porqué sucedía eso, pero me gustaba la sensación. Metí mi mano izquierda debajo de sus rodillas, y mi otra mano en su espalda. Nos dirigimos a los asientos de atrás del auto con dificultad, y la acosté, mientras me ponía encima de ella. La besaba apasionadamente. En eso, me aburrí de tener mis manos en su cintura, dejé la izquierda allí y la derecha la subí hasta que llegué a su pecho izquierdo. Lo toqué. Pero ella me golpeó la mano, me dejó de besar y se alejó de mi.
-¿Qué sucede?-Pregunté extrañado.
-Lo siento, no puedo.-Me respondió mientras se sentaba y miraba el piso.
-No, lo siento yo. No quise pasarme de la raya.-Después de eso ella no me respondió-Oye...-Le tomé el mentón para que ella me mirara. Lo logré-Lo siento.-Tampoco me respondió, sólo se dirigió al asiento del copiloto, dejándome ahí sentado.
Estaba algo agitado. Suspiré varias veces, y traté de ahogar mi deseo mirando hacia afuera. Me dí cuenta de que eramos los únicos estacionados en medio de la calle, así que fui a tomar el volante. Seguimos nuestro camino, hasta llegar al centro de la ciudad. Le compré varias prendas de ropa y zapatos nuevos, al igual que maquillaje, que ella lo eligió. Obviamente. Luego fuimos por algo de comer.
-¿Y...?-Me habló ella. Luego prosiguió-¿Cómo puedo pagarte todo esto?
-Sólo...-Ella me miró atenta-Perdóname-La miré a los ojos.

--------------------------------------------------------------------------------------------------------

Narra Lucy/Ramona:

-Sólo...-Lo miré atenta-Perdóname-Me miró a los ojos.
Claramente no supe que decir. Me había hecho mucho daño. Desde pequeños. Después de reflexionar y reflexionar, al fin y al cabo le dije que si, que si lo perdonaba. Él me miró con una sonrisa de oreja a oreja.
A decir verdad, me sentía incómoda a su lado. Después de besarnos de esa forma...Fue algo extraño. Jamás lo esperé de él. Menos que me lo hiciera a mi.
No dijimos palabra alguna después de un largo rato. Decidí romper con él.
-¿Has sabido algo de Pru?-Él me miró, y paró de comer.
-Si-Luego volvió a comer.
-¿Cómo está ella?-Pregunté interesada y entusiasmada.
-Viviendo con Stu, en un departamento bastante acogedor-Dijo luego de asentir con la cabeza.
-La extraño mucho-Dije y luego tomé un poco de jugo. Él me miró.
-Si quieres, uno de estos días la vamos a visitar.
-¿De verdad?-Dije aún más entusiasmada que la vez anterior.
-Sí-Me miró y sonrió. Casi me lanzo a él para abrazarlo como muestra de agradecimiento, pero me limité a sólo sonreír y dar las gracias.
-¿Y los demás?
-Los demás, ¿Quiénes?
-Pete, Jude, Max...-No alcancé a nombrarlos a todos ya que él me interrumpió.
-Ah, si. No he sabido nada de Pete ni The Strypes. Jude y los demás seguimos con la banda. Aún que se nos está apagando esa "chispa" que teníamos antes.-Dijo algo apenado-Cyn y Linda ya no están en nuestras vidas.
-Lo siento.-Fue lo único que dije.
-No importa. Fue hace mucho.-Dijo fríamente.
Cuando terminamos de comer, me ayudó con las bolsas y nos fuimos directo a su auto. El cual era bastante lindo. El camino fue largo. Pusimos a The Beatles para pasar el aburrimiento. Cantábamos y bailábamos, él movía la cabeza y yo movía los brazos. Fue divertido. Llegamos a la casa de Robert. Fuimos al segundo piso, en donde estaban las habitaciones con sus respectivos baños.
-¿La habitación de huéspedes o mi habitación? ¿En dónde dormirás?-Me preguntó.
-¿Eres tonto o qué?
-¿Qué hice ahora?-Preguntó desconcertado.
-No te quitaré tu habitación.
-¿Eres tonta o qué?
-¿Yo?
-Tú. ¿Hay alguien más acá?-En eso yo lo miré levantando una ceja y entre cerrando los ojos. Él ríe y me da un ligero beso en la frente y se va a su habitación. Creo. Lo seguí. Vi que tenía una guitarra en sus brazos sentado a los pies de su cama. Hacía unos acordes. De repente se da cuenta de mi presencia-Siéntate a mi lado.-Obedecí.
Comenzó a tocar una canción ya conocida por ambos: Ramona de Beck. Él la cantaba, y me miraba a los ojos. No me los quitaba de encima. Comencé a sentir que era algo incómodo, así que desvié la mirada hacia otro lado. Me topé con un libro que estaba encima de un escritorio. Me acerqué lentamente y lo abrí, y vi varias fotos de nosotros cuando íbamos a la escuela. Ese álbum era fabuloso. Era uno que contenía los fabulosos años.
Robert paró de tocar, y se fue junto a mi. Habían varias fotos de la vez que nos fuimos a la playa juntos. Entre ellas, había una foto mía junto a Ross. Salíamos abrazados haciendo unas muecas graciosas. Reí al verla, al igual que Robert. La fotografía era hermosa.
-¿Ni si quiera te has comunicado con Ross?-Me preguntó él.
La verdad, la pregunta me había incomodado un poco. Sí, había sabido algo de él.
-No.-Dije y mi voz sonó algo extraña.
-¿Segura?-Preguntó él extrañado.
Puse mi mano derecha detrás de mi cuello y mi izquierda en la cintura y me volteé.
-No-Dije y lo miré a los ojos-Sí he sabido algo de él. Y de The Strypes también.
-¿En serio?-Dijo y sonrió-¡Dime! ¿Cómo están?-Sonó entusiasmado.
-No lo sé.-Dije y me aparté.

viernes, 27 de septiembre de 2013

Rebeldía entre comillas.

Lucy se quedó quieta un momento, y comenzó a reflexionar.
-¿Y lo del negocio familiar?
-¿Aún sigues con esa maldita esperanza de que nuestros padres nos heredarán ese maldito puesto?-Lucy no dijo nada, sólo esperó a que Pru dijera algo nuevamente. Así fue-Ellos ya tienen otros hijos, hombres. Sabes como son de machistas en ese sentido. Nosotros ya no somos nada para ellos, ni si quiera nuestros hermanos mayores.-Dijo seria, y terminando la conversación, comenzó a alejarse.
Lucy con los ojos medios llorosos veía como se alejaba y sacaba un cigarrillo de su bolsillo y lo encendía. Luego comenzó a seguirla.
-Entonces...¿Nos vamos a tomar un café?
-Pru la observó un momento-Está bien.-Luego sonrió.
Subieron nuevamente a sus bicicletas y pedalearon lo más rápido que pudieron, hasta llegar al Fenwick Coffee Shop. Pidieron dos cafés, y unas cuantas galletas de vainilla.
-¿Qué más sabes sobre Jane?-Preguntó Lucy a Pru.
-Es hija del Director del colegio.
-¿Qué?-Preguntó sorprendida.
-¿No sabias?
-No.-Dijo aún más sorprendida.
-De hecho, cuando las castigaron a ambas porque se golpearon, a ella solo la transfirieron a otra escuela, un poco...barata, si se podría decir. Te hicieron creer que la habían suspendido, pero no. Fue sólo por una semana.
-¿Por qué no me lo dijiste?
-Porque no quería que te abalanzaras sobre ella y desfigurar el "hermoso" rostro que tiene.-En eso Lucy ríe-Oye, ya terminamos.
-Lo se.
-No tengo dinero.
-Yo tampoco.-Dijeron, mientras se miraban con una sonrisa en los labios.
-Tomemos nuestras cosas, y nos vamos, ¿Sí?-Propuso Pru.
-De acuerdo.-Dijo Lucy aún con una sonrisa.
Entonces se pusieron de pie, tomaron sus cosas y salieron rápidamente de aquel lugar, sin pagar la cuenta. Tomaron sus bicicletas y se fueron a comprar varios rollos de papel higiénico y unos cuantos huevos para luego largarse a la escuela. En el camino tiraron todos sus cuadernos en la calle, mientras veían cómo los arrollaban. Sólo lo hicieron para hacer algo de espacio para el papel higiénico y los huevos.
Cuando llegaron, no entraron ni nada, sólo se quedaron allí mirándola de frente. Luego se miraron mutuamente unos momentos y sacaron los huevos de sus mochilas junto con el papel higiénico. A la cuenta de tres, comenzaron a bombardear la escuela, y luego a arrojar el papel higiénico a esta. Por alguna razón, era divertido. Por alguna razón, no pensaron en las consecuencias que esto podría tener.
De repente, cuando estaban de lo mejor, a ambas las toman de los brazos y las llevan al interior de la escuela. Las chicas jamás entendieron lo que sucedía, hasta que se encontraron en la sala del director, junto con su hija; Jane.
-¡Se acabó!-Gritó el director, junto con golpear la mesa fuertemente-¡Se van suspendidas!
-¡Lo haremos cuando usted de verdad suspenda a su hija, señor!-Protestó Lucy. En eso Pru la mira con horror.
-¿Qué es lo que haces, prostituta?-Dijo con algo de miedo Pru.
-¡No me parece justo que nos suspendan a nosotras, pero a la hija del director no!-Dijo Lucy y se puso de pie, y golpeó la mesa. Se había descontrolado un poco.
-¡No hables de esa forma aquí, si no quieres irte de esta escuela para siempre!-Exclamó el director. Fue entonces cuando Lucy se sentó nuevamente y se calmó un poco.
En ese momento cuando Jane le susurró algo en el oído a su padre; el director. Él asintió. Ella sonrió.
-Tengo algunos trabajos para ustedes...-Alcanzó a decir el director, hasta que alguien entra a la sala interrumpiendo. Todos voltearon apresurados, para ver de quién se trataba. De quiénes, ya que eran Robert y Stu.
-¿Qué demonios hacen ustedes aquí?-Preguntó Pru mirando a ambos.
-Robert...-Dijo Jane suspirando.
-No las puede suspender. Y Lucy no puede irse de esta escuela.-Dijo Robert, y luego miró a Lucy. Ésta, sólo lo miró sorprendida, al igual que Pru. Al igual que Jane.
-Fue nuestra culpa, director. Lo sentimos.-Dijo Stu, mintiendo.
-¿Cómo?-Preguntó el director, algo confundido-Explíquenme todo, por favor.
-Verá...-Dijo Stu nervioso.
-Nosotros...nosotros hicimos una apuesta, y...-Dijo nervioso.
-Ya entiendo.-Dijo el director muy poco convencido, por lo cierto.
-¡Es mentira, padre!-Exclamó Jane-Robert no haría algo así.-Dijo y luego miró a Robert con unos ojos coquetos. Lo que incomodó un poco a éste.
-¿Es verdad lo que dijeron, chicos?-Preguntó el director.
-No.-Dijeron las chicas.
-Sí.-Dijeron los chicos.
-¿Qué?-Preguntó el director confundido.
-Sí.-Dijeron ambos chicos, tratando de poner la cara más convincente que tenían.
-Está bien.-Dijo el director y sonrió.
-¡Mienten, padre!-Gritó Jane.
-Lo que decimos es cierto, señor.-Dijo Stu.
-Padre, Lucy hoy no estaba en clases, ni Prudence no estaba en los recreos hoy.-Dijo tratando de convencer a su padre.
-¿Es eso cierto?-Preguntó el director.
-Si.-Respondieron ambas chicas, algo resignadas.
-No.-Se opusieron ambos chicos.
-¿Qué sucede?-Preguntó el director aún más confundido que la vez anterior.
-Nada.-Dijeron los cuatro chicos.
-¡Mienten, padre!-Protestó nuevamente Jane.
-Ok. Retírense ustedes cuatro.-Les dijo el director.
Los cuatro asintieron con la cabeza y se retiraron.
-¿Por qué diablos hicieron eso?-Preguntó Pru.
-Porque te iban a suspender, y yo no quería eso.-Dijo Stu con cara de "conquistador". Luego abrazó a Pru y la besó en los labios.
Mientras eso sucedía, Robert y Lucy los miraban, mientras tocaban el violín. Hubo algo de silencio, pero Robert lo quiso romper.
-¿Cómo has estado?-Preguntó mientras se rascaba la nuca.
-¿Te interesa saberlo?-Preguntó Lucy recordando que debía estar furiosa con él. Giró su cabeza para poder verlo a la cara.
-Yo creo que si.-Dijo Robert algo extrañado.
-Bien, estoy bien.-Dijo con una mezcla de ironía y odio.
-¿Me lo dices en serio?-Preguntó desorientado-Te ves algo tensa...
-¿Ya se te olvidó?-Dijo aún con el mismo todo.
-¿Qué?
-Olvídalo.-Dijo resignada y volteando la cabeza nuevamente hacia el horizonte.
-¿Olvidar qué?
-Dije olvídalo.-Y se cruzó de brazos para luego acomodarse su mochila e irse a hablar con Pru y Stu, quienes se habían dirigido al gimnasio-Ya me voy a la sala.
-¿Estás loca?-Preguntó Stu.
-Quédate con nosotros.-Dijo Pru animada.
-No, de seguro Robert llega. Tú sabes.-Le dijo a Pru.
-De acuerdo.-Contestó Pru.
-Adiós.-Dijo Lucy, hizo un gesto con su mano y se alejó de ellos.
Las horas pasaron. Aburridas eran las clases, y antipáticos eran sus compañeros de clase. Lo único que quería era salir a recreo a estar con los chicos. Había inventado hasta una extraña excusa para poder entrar para nada. Hasta que lo eterno se acabó. Sonó el timbre y todos salieron apresurados, para luego irse a sus casas.
Al salir, con lo primero que se encontró, fue a Ross apoyado en la puerta.
-Tanto tiempo.-Dijo Ross sonriente.
-Hola.-Dijo Lucy y le sonrió.
-¿Nos vamos?
-¿A dónde?-Preguntó ella tontamente.
-No lo sé.-Dijo Ross mientras comenzaron a caminar lentamente por los largos pasillos de la escuela-¿Te quieres ir de inmediato a tu casa, o qué?
-No sé, ¿Y tú?
-No.-Dijo y rió junto a Lucy-¿Vamos a mi casa?
-De acuerdo.-Dijo ella, sin pensarlo dos veces-Pero antes vayamos a mi casa, tengo millones de tus chaquetas.-Y rió levemente.
-No exageres, sólo son dos.-Dijo y rió.
-Eso es mucho.
Salieron de la escuela para poder hallar la bicicleta de Lucy. Cuando la encontraron se subieron a ella como pudieron. Ross conducía. Iban de una manera tan rara, que todos se le quedaban viendo raro.


Llegaron a casa de Lucy por las chaquetas, y luego se fueron a casa de Ross. Allí escucharon unos cuantos discos de The Beatles y Pink Floyd, mientras disfrutaban de unas galletas que le había dejado la mamá de Ross a este. Lo habían pasado de maravilla. Como a las siete, Lucy se fue a casa.
Y entonces el tiempo pasó volando.