martes, 23 de diciembre de 2014

Bob Dylan cumplía un rol importante.

-Pasa.-Dijo Pru con una sonrisa leve.
Ramona entró al departamento de Pru y esta cerró la puerta. En una mesita habían un par de botellas de vodka vacías y al lado un cenicero lleno de cenizas y colillas de cigarro. Y de fondo, sonaba una canción triste. Era bastante triste. Era tan triste que hacía llorar. Era canción para fumar y beber y morir.
-¿Por qué estás aquí?-Preguntó Pru.
-¿Qué te pasó?-Preguntó Ramona algo preocupada y volteó a verla. Pru lloraba.
-Stu me dejó.-Dijo y soltó dos lágrimas más.
Pru le contó lo sucedido a Ramona. Fue que Stu había conocido a una mujer básica, como las demás. No, Stu no. Mejor Stuart. Y Ramona le contó lo sucedido y si había visto las noticias. Pru no las había visto, entonces tuvo que contarle toda la historia detalle por detalle. Pensaron que mejor ocuparan la cabeza en otra cosa.
-Así que, por favor, pinta mi cabello y vayámonos del país.-Suplicó Ramona.
Luego de un momento de mirar a Ramona a los ojos; respondió-De acuerdo.
Debían comprar pelucas y tinturas para el cabello. Eligieron pelucas de color rosa y rubio y cortas, y las tinturas eran verde y azul. El segundo paso era pintarse el cabello. El tercero llamar a Francia.
-Cachipún a quién llama.-Dijo Pru.
Se "tiraron" al cachipún tres veces y perdió Ramona.
Tomó el teléfono y marcó a su padre. Tardó varios segundos su padre para contestar, y esos segundos parecían eternos. Finalmente Ramona cortó.
-¿Qué?-Preguntó Pru.
-No puedo.
-¿Qué? ¿Por qué?
-Pru, me escapé del hospital y mi papá me vio ahí en esa cama.
-Ok...llamaré yo.-Pru toma el teléfono y marcó a su padre. Cinco segundos después su padre contesta-¿Papá?
-¡Prudence! ¿Cómo has estado?
-Sí, bien. Oye.
-¿Pasó algo?
-No, es sólo que necesito pedirte un favor.
-Dime.
-La casa en París, ¿Está desocupada?
-Ah, si. ¿Por qué?
-Es que...-Miró a Ramona-Necesito darme unas vacaciones y quisiera ir allá.-Mintió.
-Está bien. Enviaré a alguien para que ordene y tenga todo listo. ¿Cuándo te irías?
-Mañana en la noche.
-De acuerdo. Le diré a James que se vaya de inmediato.
-Bien. Gracias, papá.
-Cuídate, hija. Adiós.-Pru corta.
-¡Tenemos la casa!-Gritó Pru.
El cuarto era empacar las cosas de Pru y buscar dinero. Quinto, lavarse el cabello. Sexto, comer algo y ver televisión.
Se sentaron en el sofá y lo primero que apareció eran las noticias.
-Aburrido.-Dijo Pru y alzó su brazo para cambiar el canal.
-¡No!-Exclamó Ramona y le sujetó el brazo.
-Nos acaban de informar que el fugitivo ya detenido, William Beckenbauer, falleció hace unas horas. Él estaba grave en el hospital central de Liverpool. El accidente le habría provocado una hemorragia cerebral, y lo que sería la principal causa de su muerte. Aún no se sabe nada de la fugitiva Audrey Taylor, la cuál tenía cierto tipo de relación con William...
Estaba muerto. David se fue, y todo por culpa de Robert. Ramona se descontroló, comenzó a llorar desconsoladamente y maldecía a Robert. Pru trataba de calmarla, pero casi no tenía éxito. Cuando logró tranquilizar a Ramona se sentaron ambas en el sofá.
Ramona miró fijamente a Pru-Tengo cosas que hacer.-Se puso de pie.
-¡No, Ramona! ¿A dónde vas?-Dijo poniéndose de pie y tomando los brazos de Ramona.
Ramona sólo la miró y la abrazó.
Tomó su peluca rubia y su pistola que estaba encima de la mesita. La guardó entre su pantalón y tomó unos lentes sin aumento.
-Vuelvo pronto.-Dijo Ramona.
-¡Espera!-Exclamó Pru tomando su peluca y poniéndola en su cabeza-Voy contigo.
Pru tomó sus llaves y ambas salieron del departamento.
Eran casi las once y les costó un poco encontrar un taxi. Cuando hallaron uno, se fueron directo a la casa de Robert.
Cuando llegaron, vieron que las luces estaban apagadas. Supusieron que no había nadie. Tendrían que pasar la reja, y luego entrar por alguna ventana. Buscaron cosas que les sirviera, en especial dinero.
Estaban en la habitación de Robert, y ya habían encontrado unas cuántas cosas, cuando de repente sienten el ruido de un auto llegar. Pru miró por la ventana de la habitación, y se dio cuenta de que era Robert.
-Es él.-Dijo en susurro nerviosa.
-Rápido, ve a esconderte en el baño.-Y apuntó una puerta y le pasa todo el dinero que habían encontrado.
Pru obedeció, se encerró y se escondió en la tina. Mientras que Ramona sólo se sentó en la cama a esperar a Robert.
Robert abrió la puerta principal de la casa y prendió las luces. Había todo un desorden.
-¿Hola?-Preguntó él con voz alta.
Fue hacia la cocina, tomó un cuchillo y comenzó a caminar hacia la escalera. Comenzó a subir despacio, hasta que llegó al pasillo y vio que la puerta de su habitación estaba abierta. Se acercó sigilosa y rápidamente, hasta que entra y se encuentra a Ramona sentada en su cama.
-¿Qué haces aquí?-Preguntó Robert tirando el cuchillo al suelo y acercándose a ella.
-Nada, sólo vine a verte.
-Te extrañé mucho.-Y sonrió llegando a su lado-Debemos salir del país.-Dijo acariciando la cara de Ramona-¿Dónde vamos? ¿Italia, Francia, Alemania? Dime, te complaceré...-Acercándose a sus labios.
-¡No!-Sacó su pistola, empujó a Robert con todas sus fuerzas y este cayó al suelo-No quiero, David murió. ¡Todo fue tu culpa!-Dijo llorando y apuntando a Robert con su arma.
Robert temía por su vida y su corazón latía a mil. Se puso de pie y levantó sus manos.
-Vamos, Ramona, no quieres hacerlo.
-Eres un imbécil, Robert.-Entonces jala el gatillo y la bala atraviesa el tórax de Robert.
Él sólo miró a Ramona y le resbaló una lágrima en su mejilla. Y cuando cayó al piso, Pru sale del baño.
-¿Qué pasó?-Preguntó preocupada viendo a Robert en el piso sangrando; muerto.
-Hay que irnos.
-¿Qué? ¿Qué hacemos con el cuerpo?
-¡Nada, Pru, hay que irse!-Tomó del brazo a Pru y salieron de la habitación.
Sacaron las llaves del auto de Robert y corrieron hasta la salida de la casa. Subieron al auto y se fueron lo más rápido que pudieron, junto con todo el dinero que reunieron y el álbum de fotos de los fabulosos años. Cuando llegaron a la casa de Pru, comenzaron a empacar todo lo necesario. Sus pelucas, la ropa de Pru, el dinero, el álbum...y claro, no podían faltar sus discos. Llamaron al padre de Pru y le avisaron que se irían en ese momento. Él lo tomó con calma, todo iba bien hasta el momento.
Tomaron las maletas y cerraron el departamento. Bajaron hasta el estacionamiento y subieron a su nuevo auto. 
En el camino las acompañaba Bob Dylan con It's all over now, baby blue. A Ramona le cantaba en los oídos y en su alma también. Como siempre hace Bob, torturando con su poesía. Como siempre Bob Dylan cumplía un rol importante en sus vidas.

lunes, 15 de diciembre de 2014

Audrey Taylor.

-Vete.-Fue lo primero que dijo Ramona al ver a Robert.
-No lo haré, yo te amo.-Respondió Robert acercándose, al igual que los demás-No te dejaré otra vez, yo te cuidaré, lo prometo.
-La única persona que se hará cargo de ella, soy yo.-Advirtió la madre de Ramona-Cuando te den el alta, hija, te irás conmigo.-Y tomó la mano izquierda de Ramona.
-No me iré con nadie.-Dijo corriendo su mano un poco, dejando de tener contacto físico con su madre.
Habría que escapar una vez más.
Pasaron las horas, y la hora de visita se había acabado. La habitación en donde se encontraba Ramona estaba protegida con dos guardias afuera.
Se levantó cuidadosamente de su cama para no hacer algún tipo de escándalo mínimo. Caminó cuidadosamente hasta la ventana de la habitación, abrió las cortinas y miró hacia afuera. Estaba solo en el primer piso. Entonces abrió la ventana sigilosamente, y miró nuevamente hacia afuera y luego a la puerta de entrada a la habitación. Nadie estaba vigilando por suerte. Pasó su pierna hasta tocar el piso y luego pasó la otra, así para sacar todo su cuerpo. Se escabulló por entre los árboles, hasta que llegó a una muralla, miró hacia arriba y vio que tenía altas posibilidades de pasarlo, ya que había un árbol al lado de él y le permitiría pasar. Trepó hasta llegar a lo más alto, en donde había una rama gruesa y fuerte que estaba casi al otro lado del muro. Finalmente lo pasó, se dejó caer hasta el suelo.
Cuando se puso de pie, comenzó a correr, hasta que llegó a su antiguo departamento. La puerta estaba cerrada, y las luces apagadas. Quiso abrir la puerta, y lo logró. Se podría decir que no era un mal día para Ramona Starkey.
Cuando entró, aún estaba ese típico olor a alcohol, a cigarrillos, a sexo y a olvido. Cuando encendió las luces, le entró algo a su cuerpo que le apretó el alma; y dolió.
Cerró la puerta y de inmediato comenzó a buscar ropa. Se cambió y en cuanto se estaba poniendo sus zapatos, ve un papel en el piso que estaba algo arrugado. Por alguna razón le llamó la atención. Lo recogió y vio lo que decía en su interior, que era una especie de dirección. Lo guardó en el bolsillo de su pantalón y terminó de ponerse los zapatos. Tomó un bolso y comenzó a buscar dinero que guardaba en la base de una muralla, sacó un ladrillo y miro hacia adentro, tomó la caja que había allí y la abrió. Aún había cierta suma de dinero que había dejado hace unos meses. Guardó el dinero en el bolso y metió nuevamente la mano al agujero del muro y sacó una pistola y la guardó en la parte de atrás de su pantalón. Al parecer estaba lista. Se puso la capucha y apagó las luces. Se fue.
Camino hasta la avenida e hizo parar un taxi.
-Hola.-Dijo ella subiendo al taxi. Cerró la puerta y sacó el papel de su pantalón-Vamos hasta allá.-Y le mostró el papel.
El conductor asintió y aceleró. Como a los cinco minutos, en la radio sonaba algo preocupante. Había que estar atento, era peligroso.
-Nos informan que esta noche la fugitiva Audrey Taylor huyó del hospital central de Liverpool. Se pide por favor que informen a la policía si la han visto, o por algún acto sospechoso. Su vestimenta era una bata de hospital y su cabello es negro...
La habían descubierto. Audrey, Ramona y Lucy no sabían qué mierda hacer. Sus pensamientos la aturdían , su vista se nublaba y su miedo la dejó sorda, y no se dio cuenta de que ya habían llegado.
-¡Señorita!-Gritó el conductor. Ramona despertó-Llegamos.
Ramona abrió su bolso y le pagó al conductor. Se bajó.
Se encontró con un edificio. Miró nuevamente el papel y comenzó a subir las largas escaleras. Hasta que encontró el departamento 45. Golpeó la puerta y le abrió una joven de aproximadamente 23 años. Sus ojos se llenaron de lágrimas, al igual que los de Ramona. Ambas se abrazaron y lloraron. Lloraron sonriendo. Estaban felices. ¿Cuánto tiempo había pasado? 6 años o más. Entonces se separaron y Ramona habló sonriendo.
-¿Cómo estás, Pru?