lunes, 15 de diciembre de 2014

Audrey Taylor.

-Vete.-Fue lo primero que dijo Ramona al ver a Robert.
-No lo haré, yo te amo.-Respondió Robert acercándose, al igual que los demás-No te dejaré otra vez, yo te cuidaré, lo prometo.
-La única persona que se hará cargo de ella, soy yo.-Advirtió la madre de Ramona-Cuando te den el alta, hija, te irás conmigo.-Y tomó la mano izquierda de Ramona.
-No me iré con nadie.-Dijo corriendo su mano un poco, dejando de tener contacto físico con su madre.
Habría que escapar una vez más.
Pasaron las horas, y la hora de visita se había acabado. La habitación en donde se encontraba Ramona estaba protegida con dos guardias afuera.
Se levantó cuidadosamente de su cama para no hacer algún tipo de escándalo mínimo. Caminó cuidadosamente hasta la ventana de la habitación, abrió las cortinas y miró hacia afuera. Estaba solo en el primer piso. Entonces abrió la ventana sigilosamente, y miró nuevamente hacia afuera y luego a la puerta de entrada a la habitación. Nadie estaba vigilando por suerte. Pasó su pierna hasta tocar el piso y luego pasó la otra, así para sacar todo su cuerpo. Se escabulló por entre los árboles, hasta que llegó a una muralla, miró hacia arriba y vio que tenía altas posibilidades de pasarlo, ya que había un árbol al lado de él y le permitiría pasar. Trepó hasta llegar a lo más alto, en donde había una rama gruesa y fuerte que estaba casi al otro lado del muro. Finalmente lo pasó, se dejó caer hasta el suelo.
Cuando se puso de pie, comenzó a correr, hasta que llegó a su antiguo departamento. La puerta estaba cerrada, y las luces apagadas. Quiso abrir la puerta, y lo logró. Se podría decir que no era un mal día para Ramona Starkey.
Cuando entró, aún estaba ese típico olor a alcohol, a cigarrillos, a sexo y a olvido. Cuando encendió las luces, le entró algo a su cuerpo que le apretó el alma; y dolió.
Cerró la puerta y de inmediato comenzó a buscar ropa. Se cambió y en cuanto se estaba poniendo sus zapatos, ve un papel en el piso que estaba algo arrugado. Por alguna razón le llamó la atención. Lo recogió y vio lo que decía en su interior, que era una especie de dirección. Lo guardó en el bolsillo de su pantalón y terminó de ponerse los zapatos. Tomó un bolso y comenzó a buscar dinero que guardaba en la base de una muralla, sacó un ladrillo y miro hacia adentro, tomó la caja que había allí y la abrió. Aún había cierta suma de dinero que había dejado hace unos meses. Guardó el dinero en el bolso y metió nuevamente la mano al agujero del muro y sacó una pistola y la guardó en la parte de atrás de su pantalón. Al parecer estaba lista. Se puso la capucha y apagó las luces. Se fue.
Camino hasta la avenida e hizo parar un taxi.
-Hola.-Dijo ella subiendo al taxi. Cerró la puerta y sacó el papel de su pantalón-Vamos hasta allá.-Y le mostró el papel.
El conductor asintió y aceleró. Como a los cinco minutos, en la radio sonaba algo preocupante. Había que estar atento, era peligroso.
-Nos informan que esta noche la fugitiva Audrey Taylor huyó del hospital central de Liverpool. Se pide por favor que informen a la policía si la han visto, o por algún acto sospechoso. Su vestimenta era una bata de hospital y su cabello es negro...
La habían descubierto. Audrey, Ramona y Lucy no sabían qué mierda hacer. Sus pensamientos la aturdían , su vista se nublaba y su miedo la dejó sorda, y no se dio cuenta de que ya habían llegado.
-¡Señorita!-Gritó el conductor. Ramona despertó-Llegamos.
Ramona abrió su bolso y le pagó al conductor. Se bajó.
Se encontró con un edificio. Miró nuevamente el papel y comenzó a subir las largas escaleras. Hasta que encontró el departamento 45. Golpeó la puerta y le abrió una joven de aproximadamente 23 años. Sus ojos se llenaron de lágrimas, al igual que los de Ramona. Ambas se abrazaron y lloraron. Lloraron sonriendo. Estaban felices. ¿Cuánto tiempo había pasado? 6 años o más. Entonces se separaron y Ramona habló sonriendo.
-¿Cómo estás, Pru?

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