Luego de dos meses, David y Ramona decidieron volver a Liverpool; claro que con diferentes nombres y personalidades.
En el camino, Ramona no podía evitar pensar en los chicos, su antigua casa, en todo lo ocurrido; todo junto era una gran confusión.
Cuando llegaron a Liverpool, se fueron directo a la casa de Robert, para sacar algunas cosas. David se quedó en el auto, y Ramona tocó la puerta, abrió rápidamente Robert.
-No me entregues.-Fue lo primero que dijo Ramona al ver a Robert.
Él la abrazó y le besó la mejilla, luego la frente, y la cabeza.
-No te vayas de nuevo, por favor.-Seguía abrazándola fuertemente, sin soltar ni una lágrima, como siempre.
-No me entregues, por favor.-Dijo y comenzó a llorar y a abrazar a Robert.
-No lo haré, no quiero perderte otra vez.-Dijo y la apretó un poco más, Ramona trató de zafarse, hasta que lo logró.
-No digas eso, por favor.
-No te vayas, o te entrego a la policía.-Dijo asustado.
-No digas eso, Robert.
-No te irás, ¿oíste?-Dijo y le tomó los brazos y la zamarreó un poco. David bajó rápidamente del auto, y empujó a Robert, para que dejara de lastimar a Ramona.
-¿Qué haces, idiota?-Dijo preparando su puño. Algo impidió que le golpeara la cara a Robert. Ramona tomó el puño de David.
-No, amor.
-¿Amor?-Preguntó Robert-¿Llamas a este asesino "amor"?
-Si lo llamas asesino, llámame asesina a mi también, porque también soy culpable de todos esos crímenes, Robert.-Volteó a ver a David-Ve al auto.
-No, no voy a dejar que él te golpee otra vez.-Dijo tomando la mano de Ramona a escondidas.
-Necesito sacar algunas cosas mías, Robert.-Dijo Ramona a este.
-No, no las sacarás.
-¿Quieres que te golpee?-Preguntó David a Robert.
Minutos después, Ramona estaba haciendo algunas maletas en la habitación de huéspedes, mientras que Robert la observaba atento, y David observaba atento a Robert.
-Ramona, no...-Dijo Robert algo apenado.
-No hagas esto más difícil, Robert. Si hay alguien más culpable en todo esto eres tú, tú me metiste en las drogas, por lo tanto, tú tienes la culpa de todo.-Tomó una maleta y se fue de aquella habitación junto a David.
-¡Ramona!-Gritó Robert, tratando de seguirlos.
Era demasiado tarde para él. Subieron las maletas al auto y se fueron. Corrió al interior de su casa y llamó a la policía.
Ramona y David iban tranquilos a casa de la mamá de Ramona, hasta que la policía apareció.
-Maldito hijo de puta.-Dijo Ramona mirando hacia atrás-¿Qué hacemos, David?
-Escapar otra vez.-Respondió este acomodando el espejo retrovisor y observando a la policía a través de éste.
-Me da miedo...-Dijo Ramona y David la interrumpió.
-Lo sé, amor. No nos queda otra, lo siento.-La observó un momento y luego aceleró.
-David, no...-Dijo con lágrimas en los ojos.
-Lo siento, Ramona.-Dijo también con lágrimas en los ojos.
Él cerró los ojos, Ramona miró hacia adelante. Se oyó un fuerte ruido, y todo se volvió oscuro.
David sangraba de todas partes, al igual que Ramona, y el auto del muchacho, ya era chatarra. El pulso de ambos era muy débil, y la gravedad del accidente era tan alta, que llegaron hasta los bomberos. El lugar estaba repleto de gente, y Robert estaba allí.
La ambulancia se los llevó a ambos. Mientras iban en camino, ella despertó, algo atontada por cierto.
-¿En dónde estoy?-Apenas habló. Veía todo blanco, hasta que pudo divisar a un doctor-¿En dónde está él?-Dijo mientras le presionaban el cuello un poco para tomar el pulso, pudo ver a David, aún inconsciente, casi muerto. Había girado la cabeza un poco, y entonces la giraron otra vez para estar derecha. Ella comenzó a llorar. Trató de tomar su mano, y lo logró.
A los minutos llegaron al hospital, y a ambos los dejaron en habitaciones diferentes. Luego de algunas horas de curación, llegaron visitas para Ramona. Entre ellas, su madre, su padre, hermanos y Robert.
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